La creación de la Guardia Civil durante
el reinado de Isabel II (mediante Real Decreto de 13 de mayo de 1844) llevó
aparejada la implantación de un modelo de conducta para todos sus miembros del
cual nadie pudo llegar a imaginarse que acabaría alcanzando la magnitud que
incluso a día de hoy todavía mantiene, 180 años después de la creación de la
institución.
Dicho modelo fue conocido como La
Cartilla de la Guardia Civil (Real Orden de 20 de diciembre de 1845), documento
único en la función pública española y precedente más remoto de deontología
profesional de la función policial, basando la moralidad, la honradez y la rectitud como principios de
conducta del servidor público.
Con la entrada en vigor en el año 2022
del Código de Conducta del personal de la Guardia Civil (Real Decreto 176/2022,
de 4 de marzo), se trata de reforzar
la confianza de la ciudadanía en la Guardia Civil, donde el nivel ético y moral
de sus profesionales son el pilar fundamental de la misma. Se configura así un
modelo de conducta por normativa legal que
pocos cuerpos policiales ostentan. La mencionada Cartilla se incorpora y
actualiza a nuestro tiempos (véase anexo).
La asimilación de dicho Código de
Conducta ha de entenderse desde la voluntariedad,
dependiendo su efectividad de la
interiorización personal que lleven a cabo cada una de las mujeres y hombres
que componen el cuerpo, puesto que parte de la base que el ser Guardia Civil es
un hecho vocacional cuyas pautas de
conducta sobrepasan la prestación del servicio:
“Solo
desde el desempeño escrupuloso de la función profesional, pero también desde un
comportamiento personal individual ejemplar, se puede entender la mejor versión
de hombre y mujer guardia civil de nuestro días”, reza
el preámbulo del Real Decreto.
Destacable es el apartado 4 del artículo 4 donde indica que es responsabilidad de los mandos de la Guardia Civil velar para que todo el personal conozca e interiorice todos los aspectos contenidos en el Código de Conducta. ¿Quién dijo miedo?
Valores fundamentales tales como el honor, la integridad, la lealtad,
el valor, el sentido de la justicia, la imparcialidad
y neutralidad, la responsabilidad,
la dignidad y el espíritu de sacrificio destacan en su
redacción (ahí es nada). Aún recuerdo a mi Oficial reconociendo el mérito a la
sección de suboficiales a la que pertenecía por querer ser parte de la cadena
de mando, asumiendo los valores y responsabilidad que ello conlleva, en una
época (la actual), en la que la juventud anda perdida y donde la ausencia de
valores es un mal generacional y, lo peor de todo, no tiene visos de cambiar.
Todo lo contrario.
art.1: El honor ha de ser la principal divisa de los hombres y mujeres de la Guardia Civil, verdadera seña de identidad y guía para cumplir con exactitud sus deberes y obligaciones.
El prestigio personal, la dedicación profesional, la preparación, la iniciativa, la capacidad de
decisión y la preocupación
permanente por el personal a sus órdenes permitirán un liderazgo ejemplar a
quienes tienen la responsabilidad de mandar en la Guardia Civil.
No
olvidaría mencionar la asunción de responsabilidades
que ello conlleva, conformando un auténtico modelo de conducta para todo mando,
modelo que debemos asumir voluntariamente siendo parte incluso de nuestra
propia personalidad.
En
nosotros recae la responsabilidad de guiar a España. Somos depositarios de la
fe, de la confianza y de la tradición de nuestro país. En las manos de los que
hoy asumimos ser Suboficiales de este glorioso cuerpo estará el poder cambiar
el rumbo de una sociedad de la que aún me niego a creer que no queda esperanza.
El honor ha de ser mi principal divisa; debo, por consiguiente, conservarlo sin mancha. Una vez perdido, no se recobra jamás.
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