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miércoles, 22 de febrero de 2023

PÉRDIDA DE MATERIAL OFICIAL (art. 8.24 LORDGC)

Conforme el art 8.24 de la Ley Orgánica 12/2007, de 22 de octubre, de Régimen Disciplinario de la Guardia Civil, constituye falta disciplinaria grave: “Causar daño grave en la conservación de los locales, material o demás elementos relacionados con el servicio o dar lugar, por negligencia inexcusable a su deterioro, pérdida, extravía o sustracción”.

Esta responsabilidad disciplinaria presenta la característica de ser compatible con la responsabilidad administrativa exigible conforme el Real Decreto 485/1980, de 22 de febrero, por el que se establece el procedimiento para exigir la declaración de responsabilidad a los bienes de la Institución. Asimismo la Orden General 4/1998, de 18 de febrero, de responsabilidad administrativa y resarcimiento indica que dicha responsabilidad administrativa es independiente de la que, por los mismos hechos sea exigible en vía penal o disciplinaria.

El precepto sanciona dos subtipos, por un lado causar daño grave (y tiene que ser grave puesto que si no esta conducta encajaría en el art. 9.9 como falta leve) y por otro la pérdida, extravío o la sustracción por negligencia inexcusable (independiente del tipo de daño).

Por negligencia inexcusable entendemos (según el Tribunal Militar Central) aquella negligencia que queda objetivada en la norma y no requiere una valoración comparativa con el comportamiento que cabe esperar de unos arquetipos de persona (como pasa con la negligencia grave o negligencia leve).

Dicho esto podemos distinguir como elementos del tipo los siguientes:

-      Causar un deterioro en el material.

-      Como consecuencia de una conducta negligente.

-      Que dicha negligencia sea inexcusable.

Se entiende por material todos aquellos bienes inventariables que para el cumplimiento de sus fines y servicios, posee la Guardia Civil en sus Unidades que hayan sido adquiridos con fondos públicos. Por demás elementos relacionados con el servicio se trata evitar que queden espacios de impunidad, siendo considerados todos aquellos que sean asignados a la Guardia Civil pero que provengan de fondos de otras Administraciones Públicas (mediante un convenio de colaboración, por ejemplo).

La infracción cometida no desaparece si una vez iniciado el procedimiento disciplinario el material en cuestión aparece. Podría matizarse la sanción (derivando en una infracción leve del art. 9.9 de la norma disciplinaria).

lunes, 20 de febrero de 2023

EL HONOR DE SER SUBOFICIAL

La creación de la Guardia Civil durante el reinado de Isabel II (mediante Real Decreto de 13 de mayo de 1844) llevó aparejada la implantación de un modelo de conducta para todos sus miembros del cual nadie pudo llegar a imaginarse que acabaría alcanzando la magnitud que incluso a día de hoy todavía mantiene, 180 años después de la creación de la institución.

Dicho modelo fue conocido como La Cartilla de la Guardia Civil (Real Orden de 20 de diciembre de 1845), documento único en la función pública española y precedente más remoto de deontología profesional de la función policial, basando la moralidad, la honradez y la rectitud como principios de conducta del servidor público.

Con la entrada en vigor en el año 2022 del Código de Conducta del personal de la Guardia Civil (Real Decreto 176/2022, de 4 de marzo), se trata de reforzar la confianza de la ciudadanía en la Guardia Civil, donde el nivel ético y moral de sus profesionales son el pilar fundamental de la misma. Se configura así un modelo de conducta por normativa legal que pocos cuerpos policiales ostentan. La mencionada Cartilla se incorpora y actualiza a nuestro tiempos (véase anexo).

La asimilación de dicho Código de Conducta ha de entenderse desde la voluntariedad, dependiendo su efectividad de la interiorización personal que lleven a cabo cada una de las mujeres y hombres que componen el cuerpo, puesto que parte de la base que el ser Guardia Civil es un hecho vocacional cuyas pautas de conducta sobrepasan la prestación del servicio:

“Solo desde el desempeño escrupuloso de la función profesional, pero también desde un comportamiento personal individual ejemplar, se puede entender la mejor versión de hombre y mujer guardia civil de nuestro días”, reza el preámbulo del Real Decreto.

Destacable es el apartado 4 del artículo 4 donde indica que es responsabilidad de los mandos de la Guardia Civil velar para que todo el personal conozca e interiorice todos los aspectos contenidos en el Código de Conducta. ¿Quién dijo miedo?

Valores fundamentales tales como el honor, la integridad, la lealtad, el valor, el sentido de la justicia, la imparcialidad y neutralidad, la responsabilidad, la dignidad y el espíritu de sacrificio destacan en su redacción (ahí es nada). Aún recuerdo a mi Oficial reconociendo el mérito a la sección de suboficiales a la que pertenecía por querer ser parte de la cadena de mando, asumiendo los valores y responsabilidad que ello conlleva, en una época (la actual), en la que la juventud anda perdida y donde la ausencia de valores es un mal generacional y, lo peor de todo, no tiene visos de cambiar. Todo lo contrario.

 art.1: El honor ha de ser la principal divisa de los hombres y mujeres de la Guardia Civil, verdadera seña de identidad y guía para cumplir con exactitud sus deberes y obligaciones.

El prestigio personal, la dedicación profesional, la preparación, la iniciativa, la capacidad de decisión y la preocupación permanente por el personal a sus órdenes permitirán un liderazgo ejemplar a quienes tienen la responsabilidad de mandar en la Guardia Civil.

No olvidaría mencionar la asunción de responsabilidades que ello conlleva, conformando un auténtico modelo de conducta para todo mando, modelo que debemos asumir voluntariamente siendo parte incluso de nuestra propia personalidad.

En nosotros recae la responsabilidad de guiar a España. Somos depositarios de la fe, de la confianza y de la tradición de nuestro país. En las manos de los que hoy asumimos ser Suboficiales de este glorioso cuerpo estará el poder cambiar el rumbo de una sociedad de la que aún me niego a creer que no queda esperanza.

 El honor ha de ser mi principal divisa; debo, por consiguiente, conservarlo sin mancha. Una vez perdido, no se recobra jamás.