Vital
importancia tiene en la historia de España, el periodo de dominio musulmán de
la península, abarcando fundamentalmente desde el siglo VIII D.c. en el que se
inicia (año 711 aprox.) hasta el año 1492 D.c., año en el que se pone fin al
mismo, en el que se produce la toma por parte de los Reyes Católicos del último
reducto de dominio islámico en la península, el Reino Nazarí de Granada. No
puede pasar desapercibido igualmente el año 1609 D.c., año en el que se dicta
el decreto con el que se ordenaba la expulsión de los moriscos de la península.
Bajo el nombre
de moriscos se denomina a todos
aquellos musulmanes que vivían en la península ibérica durante la época de
predominio de Al-Andalus, los cuales llegado el momento determinado, se vieron obligados
o bien a tomar camino al exilio, o bien, a bautizarse y ser convertidos
obligatoriamente al catolicismo (a pesar de que en su fuero interno siguieran
profesando sus creencias), permitiéndoles así seguir viviendo en una tierra a
la que hasta ese momento pertenecían. Moriscos, según el diccionario de Covarrubias, «son los convertidos de moros a la Fe
Católica, y si ellos son católicos, gran merced les ha hecho Dios y a nosotros
también».
Hay que
distinguir a los moriscos de los mozárabes (surgen con el dominio
musulmán del territorio hispano), denominando
así a todos aquellos cristianos a los que se les permitió vivir en territorio
del Al-Andalus, gozando de cierto status de protección al igual que los judíos
de la época, merced al establecimiento de una serie de impuestos. Debían tener
cuidado de no ofender los cultos y tradiciones islámicas así como tenían
prohibido el proselitismo. Llegaron a ocupar cargos en la Administración y
comenzaron a dominar el árabe por encima del latín, llegando a ostentar la
posibilidad de poseer un harén. Igualmente hay que mencionar a los mudéjares
(movimiento opuesto al de la aparición de los mozárabes), ya que por
este nombre se conocía a todos aquellos musulmanes a los que se les permitió
seguir profesando su fe en terreno de dominio católico, respetándoles una serie
de derechos tales como el culto religioso, lengua, hábito y costumbres. Por
último, los denominados como muladís, nombre con el que se hacía referencia a todos aquellos cristianos
convertidos al Islam e igualmente nombre con el que se llamaba a todas aquellas
personas nacidas entre un matrimonio mixto de cristianos y árabes o bereberes.
Se encontraban con el reconocimiento de similares derechos a los musulmanes
aunque si es verdad que se distinguían de aquellos por vivir en zonas
diferenciadas. Progresivamente fueron adoptando una actitud distinta respecto
de las directrices marcadas por los Omeyas y acabaron reclamando su propia
autonomía (permaneciendo siempre en el marco del Islam) plasmándose todo ello
en “La Rebelión del arrabal”.
Es durante el
siglo X , época de máximo esplendor de Al Andalus bajo el reinado de Abderraman
III, cuando se ordena construir la ciudad de Medina Azahara (sita en las
afueras de Córdoba) construida como símbolo del poder y predominio del Califa.
Se establece una economía pujante mediante el auge del binomio comercial
campo-ciudad. Comienza una época de desarrollo científico y cultural, dando
lugar a la llegada del ajedrez en la península ibérica (gracias a Ziryab) así
como el auge del la música que más tarde daría lugar al conocido como flamenco.
-Ciudad de Madi Nat al-Zahra-
Tras la entrega del Reino de
Granada por Boabdil “el Zogoibi” a los Reyes Católicos, último rey nazarí en la
península, comienza una época de conversión pacífica que poco a poco se fue
endureciendo, debido entre otros a los métodos seguidos por el Cardenal Cisneros, confesor y consejero
de la Reina Isabel la Católica.
-Cuadro de la Toma de Granada pintado por
Pradilla-
La toma del
Reino de Granada no supuso el fin de la presencia islámica en la península, tal
como falsamente se pensaba, a pesar de la unificación que supuso el dominio de
los Reyes Católicos. Mediante las Capitulaciones de Santa Fe (Granada) se
establecieron una serie de condiciones consideradas como beneficiosas para los ya
vencidos, siendo equiparable al estatuto de los mudéjares, aunque como nos
muestra la historia, poco tiempo duraron, debido a la concepción unitaria,
política y religiosa fuertemente implantada. En un corto periodo de tiempo
Boabdil abandonó la península destino a Fez (Marruecos) donde fue bien
recibido. En 1498 el Reino de Granada se fracturó en dos partes claramente
diferenciadas, una cristiana y otra musulmán. Fue ordenado por el intransigente
Cardenal Cisneros, la quema de libros de origen musulmán, siendo quemados
numerosos Coranes. Todo ello provocó que en 1499 los mudéjares sitiados en el
albaicín de Granada se levantaran en armas.
Tras las
revoluciones comienza una época de conversiones forzadas en las que comienza a
utilizarse de manera despectiva el nombre de “Nuevos cristianos de moro” o
“tornadizos” para llamar a todos estos musulmanes que fueron convertidos a la
fe católica.
En 1526 se
dicta un decreto (de aplicación no inmediata) mediante el que trata de
eliminarse el culto islámico, cuya respuesta no tardo en darse a modo de
sublevación en la zona de Valencia, tras lo cual, comienza una época de
alrededor de tres décadas de relativa tranquilidad, sin dejar de ir en aumento
cierto sentimiento de rechazo hacia los moriscos y sus tradiciones.
La Inquisición
se torna en la institución que más rechazo genera en el entorno morisco, sobre
todo en la zona de Castilla donde su aplicación fue más extrema, debido a las
zonas más aisladas de población y de la menor presencia morisca. Comienzan a
revisarse numerosos dominios de titularidad de tierras junto con una presión
civil y religiosa en aumento. Cae el precio de la seda (actividad económica
fundamental para los árabes), llegando a dictarse por parte de un conjunto de
teólogos un decreto mediante el que se prohíben todo tipo de tradiciones moriscas,
implantándose medidas de vigilancia sobre dicho colectivo para comprobar su
exacto cumplimiento. Esto conlleva numerosos alzamientos en los que tiene que
llegar a intervenir las secciones más expertas y veteranas de los tercios
españoles para controlarlas.
Es en 1568
cuando la guerra comienza a ser un hecho, teniendo dos zona sublevadas de gran
importancia, la zona de las Alpujarras y la zona de Salobreña y Almería (la
cual contaban con el apoyo de hordas de turcos y bereberes). Los montes y sierras
terminan convirtiéndose en sitios de refugio y fortines. En 1569, Don Juan de
Austria, para apoyar la lucha, solicita el traslado de un tercio desplegado en el país italiano así
como de un contingente de bandoleros catalanes, a los que se les exculpó de sus
condenas siempre y cuando lucharan a favor de la expulsión de los moriscos. A
finales de 1569, los turcos concentran sus fuerzas en la conquista de Chipre,
con lo que se acentúa la división entre los propios moriscos, provocando todo
ello que la rebelión quedase en cierta manera sofocada. Comienza un periodo de éxodo de
contingentes de moriscos hacia otros puntos de la península.
Ya en 1608 es
cuando surgen los primeros movimientos voluntarios de estos que se denominaban
andalusíes hacia fuera de las fronteras españolas, siendo en 1609, bajo el
mandato de Felipe III, cuando se decreta el primer bando de expulsión de los
moriscos, afectando fundamentalmente a todos aquellos que residían en la zona
de Valencia, siendo en 1613 cuando se dicta el último de los mismos,
afectando en su mayoría a los residentes en Murcia. Se produce
la expulsión de unos 300.000 moriscos en total teniendo su destino hacia sitios tales como el Magreb,
Marsella o Livorno.